No puedo entender que en algunos medios -del corazón o de cualquier otra víscera- hayan mostrado tanto interés en criticar la boda de la duquesa de Alba por la mera circunstancia de la diferencia de edad de los contrayentes. ¿A quién le importa la edad de dos personas que deciden libremente unirse para la convivencia? Nadie critica, e incluso se aplaude, el enlace de dos personas del mismo sexo o de distinto color epidérmico, pero en tocando a la edad parece que estamos frente a un escándalo social, moral, ético y estético... ¿Será que el último prejuicio discriminatorio que hay que superar es el de la edad?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de octubre de 2011