A unos cientos de metros del mastodóntico Palacio de Congresos de Torremolinos (Málaga), a los pies de la sierra y aislado del bullicio de la cercana costa, se encuentra un edén para los creadores y para aquellas personas que quieren hacer realidad sus inquietudes artísticas en un ambiente tranquilo. De ello se han encargado, con esfuerzo e ilusión, la polifacética artista sueca Madeleine Edberg y su hija, también artista, Karolina Kinnander, quienes desde hace seis años regentan el centro cultural UkaMa.
"Es un espacio independiente que promueve manifestaciones culturales, sociales y humanas en un entorno muy cuidado y respetuoso con el medio ambiente", asegura Edberg.
"Somos artistas, así que necesitábamos un taller y un espacio donde almacenar nuestras obras y nos embarcamos en este proyecto", explica Kinnander sobre este centro cultural, taller y galería rodeado de naturaleza y totalmente ecológico gracias a su suficiencia energética, que aprovecha el agua de la lluvia mediante canalizaciones y un aljibe, y en cuya construcción se han empleado solo materiales naturales.
El resultado es un espacio que no desmerece a las galerías del popular barrio de artistas berlinés de Auguststrasse y que, desde el pasado viernes y hasta finales de diciembre, acoge la exposición Libros de artista, una colectiva con obras de más de una treintena de creadores nacionales e internacionales como Álvaro Botella, Laura Cabrera, Marija Jenko, Charmain Pollok, Katarina Bratashova o la propia Madeleine Edberg, artista de reconocido prestigio internacional con más de 200 exposiciones a sus espaldas en centros como el Museo de Arte de Suecia o el Museo de Bellas Artes de Taiwan. "Los libros de artista pueden presentarse de muy diversas formas. El creador tiene la libertad de presentar el soporte, la técnica o incluso la edición tal y como le plazca. El soporte puede ser un viejo libro, un cuaderno de notas o cualquier objeto que se asemeje a un libro", señala Kinnander sobre esta original muestra que luego viajará a museos de Suecia y Finlandia.
"Desde los años 90 hemos presentado libros de artista en distintas ferias de arte, como Estampa, o en el Museo Thyssen de Madrid, el Museo de Arte Ystad y el Malmö Konsthall, en Suecia", añade Kinnander, quien siempre se ha negado a contar con ningún tipo de ayuda institucional en el centro para no perder su autonomía.
"Somos artistas y aceptar subvenciones conlleva ciertas ataduras que nos convertirían en gestoras, nos coartarían y nos restarían libertad. Vivimos de nuestro trabajo y de la renta que nos deja alquilar el centro para los talleres artísticos y actividades que en él se realizan y que van desde cursos de yoga o danza hasta el slow food", afirma con una sonrisa Kinnander.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de octubre de 2011