Javier Guerra, conselleiro de Economía, aseguró ayer en el Parlamento que Galicia será, con la nueva ley industrial, una "tierra amable para invertir". Tan amable, que según el BNG, "no quedará un metro de suelo que no pueda ser declarado industrial, en el Courel o en la fervenza del Xallas". El proyecto salvó las enmiendas de la oposición con la fuerza de los votos del PP pero no se libró de recibir duras críticas.
El portavoz del PSdeG, José Luis Méndez Romeu, lo comparó con los planes de desarrollo tardofranquistas y lanzó un chorreo de ataques a la política industrial de la Xunta. "La pérdida de la única patente [en favor de la industria del mejillón] puede ser una anécdota, pero resume la política de innovación de este Gobierno", reprochó. "El texto desprecia la oportunidad de reformar el Igape y mantiene en la exposición de motivos medidas tributarias ya anuladas". Su exposición se extendió por los pésimos datos estadísticos que cosecha Galicia en las ramas industriales y terminó pidiendo la dimisión del conselleiro.
Desde el BNG, Fernando Branco Parga ironizó con que la actitud de la Xunta en captación de inversiones. "Se parece a Bienvenido mister Marshall, un cheque en blanco para entregar el territorio". Pedro Arias, del PP, salió en defensa del texto recordando que será la norma que la comunidad necesita para superar su carácter periférico. Guerra la definió con tres palabras: "Realismo, eficacia y austeridad".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de octubre de 2011