Leo con sorpresa la rocambolesca propuesta de ahorro de uno de los grandes partidos: reducir el número de diputados de 350 a 300. Saben los proponentes que para garantizar una representación adecuada y una actividad legislativa acorde con la población debería haber unos 60.000 votantes por diputado. Más aún, en las generales de 1977 tocaban a 69.000 censados por diputado, que extrapolando al censo actual harían un Parlamento español con 525 miembros. Si nos fijamos en Bélgica con 221, Países Bajos con 225 o Suecia con 349, frente a Francia con 577, Italia con 630, o Alemania con 622 diputados, nuestra democracia, ya defectuosa en su representación y mecanismos, debería acercarse por población más a los 400 que a los 300 diputados. Aunque suene mal decirlo en el desprestigio parlamentario (ganado a pulso por algunos) que sufrimos actualmente. El único objetivo de la propuesta parece excluir a las minorías del Parlamento, si la ley electoral trucada que tenemos no fuera ya suficiente. Más razonable sería reducir Parlamentos autonómicos, redefinir el Senado, fusionar municipios y eliminar de una vez las Diputaciones provinciales. Y hacer una ley electoral justa, similar a la alemana, de una vez. Pero claro, eso no conviene a quien no conviene, es mucho pedir.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de octubre de 2011