La policía detuvo ayer a José Bretón, el padre de Ruth y José, los dos hermanos de seis y dos años a los que se busca desde hace 11 días en Córdoba. Los investigadores consideran a Bretón sospechoso de esta extraña desaparición y creen que los menores podrían estar muertos y enterrados en la finca familiar de Las Quemadillas, donde anoche estaba previsto un rastreo mediante un georradar.
El padre, que fue el último que vio a los chiquillos, defiende que los perdió la tarde del 8 de septiembre en el parque Cruz Conde de Córdoba. La policía nunca ha confiado en esta versión y ha detectado contradicciones en el relato del padre, sobre quien han centrado todas las pesquisas.
La búsqueda de los menores dio ayer un giro con la detención de Bretón, que declaró durante la madrugada como sospechoso, con la asistencia de un abogado. Fuentes policiales no concretaron los cargos existentes contra él, pero todo apunta a que el juez de Instrucción Número 4 autorizó su arresto ante los indicios de su implicación en la desaparición forzada de los dos menores.
Un georradar busca a los pequeños en un punto señalado por los perros
A mediodía, la unidad canina de la policía se trasladó a la urbanización de Las Quemadillas, junto a un polígono industrial del extrarradio de Córdoba, para hacer una nueva inspección en la vivienda y el huerto de la familia Bretón. Los perros adiestrados marcaron un punto de la finca, de unos 3.000 metros cuadrados, que no había sido detectado anteriormente. La semana pasada, la unidad canina de la policía ya rastreó ese mismo naranjal propiedad de los abuelos paternos de los niños. Ayer, los agentes acordonaron un amplio perímetro para impedir que los periodistas se acercaran al lugar.
La inspección del terreno se realizó en presencia del detenido. Junto a él estaba el comisario Serafín Castro, jefe de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta, que lleva el peso de las pesquisas. Los agentes indagan la posibilidad de que Bretón pueda contar con algún cómplice que pueda saber algo sobre los chiquillos. La familia ya ha sido investigada y en principio ha quedado descartada su implicación, pero ahora se amplia el círculo a amigos o excompañeros de este hombre que en los años 90 era militar y prestó servicio en Bosnia.
La policía cuenta con 72 horas antes de ponerle a disposición judicial. Ese es el tiempo del que disponen los interrogadores para conseguir que el sospechoso aclare los puntos oscuros. Este no ha cambiado su versión de los hechos. Defiende que alguien se ha llevado a sus hijos y niega conocer su paradero. Bretón y su esposa Ruth Ortiz, que reside en Huelva, llevaban vidas separadas desde hace un mes. Los pequeños vivían de lunes a viernes con la madre y los fines de semana se iban con su padre, natural de Córdoba.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de octubre de 2011