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Entrevista:ALMUERZO CON... KATE Y GERRY MCCANN

"Nunca dejaremos de sentir culpa por lo que pasó"

Kate McCann ya no se aferra rabiosamente a Cuddle cat. El peluche favorito de su hija Madeleine sigue acompañándola a todos los sitios, pero escondido en su bolso. "Está bastante raído. Ha viajado mucho", admite esbozando una sonrisa. Ha pasado, además, mucho tiempo. Cuatro años y medio ya desde la noche en que la pequeña británica Madeleine McCann, que entonces tenía tres, desapareció del apartamento de Praia da Luz (en el Algarve portugués) donde pasaba las vacaciones con sus padres y sus hermanos mellizos.

Kate y Gerry, su esposo, almuerzan en una salita del hotel Wellington, tras la presentación de Madeleine, un libro basado en el diario que Kate comenzó a escribir tras la desaparición de Maddie. Su caso, lleno de sombras, se ha convertido en uno de los más mediáticos de la historia. También en uno de los más polémicos. Gerry y Kate McCann pasaron de ser vistos como unos padres desesperados por hallar a su hija a ser considerados sospechosos por parte de la policía portuguesa de la muerte de la niña. Pero ni la teoría de que este matrimonio -él cardiólogo, ella anestesista, ambos de 43 años- acabase, quizá por accidente, con la vida de su hija, ni la hipótesis de que alguien se la llevó, fructificaron.

Los padres de la niña desaparecida en el Algarve denuncian que nadie la busca

Ahora, todas las investigaciones oficiales están cerradas. Y la pequeña sigue sin aparecer. "No nos cansaremos de buscarla. Es intolerable, inaceptable, que ninguna policía del mundo la esté buscando activamente", dice muy serio Gerry. Está de pie. Se ha levantado a por una coca-cola light para su esposa y un poco de aderezo para la ensalada con anchoas que se han servido. "Ahora tratamos de esclarecer lo que le pasó a Madeleine junto a un equipo de investigadores privados. No descartamos la idea de encontrarla viva".

Gerry ha vuelto a su trabajo en el hospital de Glenfield en Leicester. Kate, no. Emplea toda su energía en mantener viva la búsqueda de la niña. También en cuidar a los mellizos Sean y Amelie. "No dejan de preguntar por su hermana. Les hemos explicado que fue robada, pero no se conforman", cuenta Kate. Mordisquea una gamba rebozada. Le encantan. Y cuando se le acaban, Gerry se encarga de surtirle el plato. "Vivimos una vida normal y feliz con nuestros hijos, pero nuestra familia nunca estará completa", dice Kate.

Los McCann han gastado unos tres millones de euros en buscar a su hija: detectives, un call center multilingüe para centralizar las llamadas que puedan proporcionar pistas, viajes, una web... Y el dinero, que procede de donaciones -han llegado a aportar desde el dueño de Virgin a J. K. Rowling, autora de Harry Potter- se acaba.

Y esa es una de las razones principales, reconoce Kate, que la han impulsado a escribir el libro. En él da detalles de la noche que Madeleine desapareció y critica a la policía portuguesa -"fuimos acosados"- y a la prensa. Trata, mostrando una familia de raíces católicas y amantes de los niños, de rebatir a quienes les han descrito como una pareja rara y fría que dejó a sus hijos durmiendo solos en un apartotel mientras se iba a cenar cerca con unos amigos. "Nunca dejaremos de sentirnos culpables y arrepentidos por lo que pasó. Si hubiéramos visto el más mínimo peligro habríamos obrado de otra manera, pero ya nada podemos cambiar. Tenemos que vivir con ello", dice Kate.

Hotel Wellington. Madrid

- Dos comidas bufé: tempura de gambas, empanadillas de atún, ensalada, panecillos de salmón y guacamole, bocaditos de pollo con salsa barbacoa, refrescos y agua.

Total: 86,40 euros.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 20 de octubre de 2011

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