Su nombre no suena muy español. Es mapuche, y mi apellido es irlandés. Yo soy argentino con pasaporte italiano, y hace seis años que vivo en Barcelona.
¿Cómo se metió en la electrónica? Por la familia. Mi padre pinchaba. Y mi primo sigue haciéndolo y produce. Aunque mi padre tiraba más al rock progresivo. Queen, Yes, esas cosas...
Dice el seleccionador de la academia que es usted un exponente de la escena 'dub' tropical española. ¿Qué es eso? No sé si existe. Había una pequeña escena dubstep. Y luego yo, con otro amigo, empezamos una fiesta tropical, con cumbia electrónica, mezclada con algo que llaman Uk funk, que es house tropical. Supongo que si mezclas los nombres sale eso de dub tropical.
¿Por qué lo folclórico encaja tan bien con la música de baile? La electrónica puede ser algo fría, y la raíz, sea cual sea, tiene calidez en sus patrones rítmicos. Por eso combinan.
¿Y por qué se presentó a la Red Bull Music Academy? Porque me interesa mucho. Hay talleres, clases y puedes trabajar con los productores más importantes de lo que tú haces. Propulsa a los artistas y también la escena local. Hace que se genere mucho interés por lo que pasa en España.
¿Ha recuperado impulso la electrónica? Sí, se refugió durante años en el underground, en raves de pueblo. Ahora toda esa dureza está volviendo a la discoteca. Es cíclico. Cuando empezamos hace dos años en nuestras fiestas no se pasaba de 150 asistentes. En la última había más de mil.
¿Cuántas veces le han preguntado si hace 'bakalao'? Ninguna, pero me encantaría. Tengo respeto por el bakalao. Estaba tan vituperado como la cumbia en Argentina. Hay que abrazar lo negativo.
¿Y cuántas ha tenido que explicar que lo suyo no consiste en drogarse e ir de fiesta? Bastantes. Respondo que hago música solo en mi habitación, en un ambiente totalmente distinto a donde va a sonar.
¿Cómo lo supera? Poniendo el volumen muy alto.
¿Y los vecinos? Me odian, me acabo de mudar. Llevo tres en seis años, y en la última acabé mal. Espero que lean esto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de octubre de 2011