Cuando hace dos semanas el fiscal general de EE UU, Eric Holder, reveló un complot iraní para asesinar al embajador saudí en Washington, aseguró que los contactos del sospechoso, Mansur Arbabsiar, con miembros del cartel mexicano de Los Zetas habían facilitado su detención.
La conexión mexicano-iraní quedó al descubierto porque Washington se ha infiltrado los últimos dos años en los principales grupos criminales que operan en el norte de México, según testimonios citados por The New York Times. La agencia antidroga norteamericana, la DEA, ha colocado a espías en los carteles de Los Zetas, Sinaloa o el Golfo. EE UU mantiene esa operación de espionaje sin informar al Gobierno mexicano, dado que en Washington preocupa que la corrupción institucional acabe dejando a sus topos al descubierto.
En los últimos cuatro años y medio, en que el Gobierno mexicano ha emprendido una dura campaña contra los carteles, unas 36.000 personas han muerto en la oleada de violencia subsiguiente. En la Casa Blanca inquieta que esa violencia se expanda a este lado de frontera, de 1.969 kilómetros de longitud. Por eso se ha tomado la drástica medida de infiltrarse en los carteles con espías y de enviar pequeños aviones no tripulados (drones) para inspeccionar puntos fronterizos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de octubre de 2011