Como buen universitario de letras, Antoni Tordera (antiguo director de Teatres de la Generalitat) se conoce de sobra esta obra de Lope en donde dos tramas de apariencia diversa terminan por unirse en un final feliz ante el regocijo de personajes y espectadores. La obra es un caramelo fácil y de muy rápida digestión, y además el público de esta ciudad se muestra encantado de que en ella se mencionen las Torres de Quart, las de Serranos, y la feracidad de las tierras circundantes cuando el Turia era lo que era. Y ya que la obra gira sobre la locura del amor, nada mejor que situar la acción en una especie de manicomio precoz donde los locos enamorados hacen de las suyas a escondidas de sus guardianes, aunque bien es cierto que el lugar se parece más a una verbena que a un frenopático de época, la que sea, y que el espacio escénico consiste en una acumulación de maletas como si todo el mundo allí estuviera de viaje.
LOS LOCOS DE VALENCIA
De Lope de Vega. Versión y dirección de Antoni Tordera. Una producción del Centre Teatral de la Generalitat para el Festival Sagunt a Escena. Teatro Rialto. Valencia.
Y de viaje están, vaya que sí, en un montaje que opta sin complejos por la comedia, a veces con más fortuna que en otras, fiado al previsible desarrollo de los acontecimientos cuyas argucias el espectador conoce más o menos de antemano. Los equívocos funcionan como es de esperar, aunque siempre se espera que todo ocurra como debe ocurrir. En ese sentido no hay sorpresas, aunque sí en algunos recursos de dirección que se diría tomados del cine mudo en un texto tan dicharachero. En una interpretación rotunda en la que cabe destacar a Rebeca Valls, una auténtica fiera cuando se lo propone.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de octubre de 2011