Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

El veto a los 'pins' puede extenderse a los libros

El pliego de condiciones del Ayuntamiento para conseguir la explotación de la librería del Museo de Historia de Barcelona (Muhba) incluye cláusulas para asegurar que no vuelva a repetirse el caso de los célebres pins incívicos pero a la vez posibilita que el veto a las chapas se extienda a los propios libros.

En la estela de la polémica que motivó el pasado septiembre la apertura de un expediente a la librería La Central del Muhba por la venta en el local de pins que mostraban a personajes de la Barcelona menos de escaparate como un latero, un vendedor ambulante de flores, un carterista, una prostituta y mossos pegando, el Ayuntamiento ha hecho públicas las condiciones para gestionar y explotar la librería del museo al acabar el contrato La Central, al final de este año, según contó ayer La Vanguardia.

En el pliego de prescripciones técnicas que regirán la contratación figuran en el apartado "facultades del museo", dos consideraciones que hacen elevar las cejas. El museo, es decir, el Ayuntamiento, deberá "ser informado regularmente sobre la línea y los títulos de la sección de librería y sobre las líneas de regalo" y podrá "intervenir si lo considera necesario al respecto". Podrá también "introducir modificaciones a la propuesta del adjudicatario para que esta se adecúe a las líneas de uso del espacio y programáticas del museo, tanto por lo que hace a la librería como a los objetos de obsequio". El museo "se reserva el derecho de veto sobre cualquier producto".

El redactado deja claro que el Ayuntamiento puede censurar cualquier objeto que crea que no está de acuerdo con la imagen de la ciudad que considera que debe prevalecer en las tiendas de sus museos, pero abre la puerta a que esa censura se aplique también a los libros. Cabe preguntarse si el Ayuntamiento prohibirá la venta en esas tiendas de libros sobre los grafiteros de la ciudad, de volúmenes de fotografías que recojan la actividad de la prostitución en Barcelona, como las del histórico Joan Colom, e incluso de libros políticamente incómodos como los que señalen la corrupción.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 3 de noviembre de 2011