Alfredo Pérez Rubalcaba decidió echar el resto y jugársela con un movimiento arriesgado pero contundente: 15 años después de su último mitin juntos y tras casi 21 distanciados, logró unir a Felipe González y Alfonso Guerra. Y el mensaje, en medio del entusiasmo de la militancia, fue clarísimo: la supervivencia de la izquierda está en juego.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de noviembre de 2011