Si queremos luchar contra la desaparición del Estado de bienestar, gran parte del protagonismo debería ser de los sindicatos, ya que, junto con los partidos socialdemócratas, son los que conquistaron todos los derechos que ahora nos quieren arrebatar. ¿Quién se opondrá cuando un partido de derechas con mayoría absoluta pretenda, por ejemplo, implantar los convenios por empresas? Los sindicatos tienen la organización necesaria para participar en la estructura económica del país en convenios, comisiones, consejos consultivos, cursos de formación, comisiones de selección de personal, etcétera. Pero tienen una afiliación escasa y esa estructura es difícil de mantener. Se ven obligados a financiarse a través de algunas actividades como cursos de FP, asesoramientos o estudios y su supervivencia está en manos del Gobierno, que les puede cortar el grifo y se supone que están obligados a ceder en sus reivindicaciones más de lo que sería conveniente.
Los indignados pueden conseguir que se tome conciencia de los problemas, pero no pueden sustituir a los sindicatos. Si no somos capaces de potenciarlos, ¿quién nos salvará del neoliberalismo salvaje? La derecha lo sabe y tratan de desprestigiar a los sindicatos por todos los medios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de noviembre de 2011