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COLUMNA

Disparates

Las palabras que transcribo no las escribieron Mihura, Bardem y Berlanga para que el alcalde Isbert arengara a los vecinos. Ni Tristan Tzara cuando funda el dadaísmo. Ni la imaginación de Groucho Marx en un improvisado monólogo. Son estas: "Sabemos lo que hay que hacer y lo vamos a hacer y por eso hacemos lo que hemos dicho que íbamos a hacer y por eso seguiremos haciendo aquello que nos toca hacer, a pesar de que alguno no se crea que vamos a hacer lo que hemos dicho que íbamos a hacer". Juro por mi adorable madre que he visto y oído esto en Internet. El autor se llama José Ramón Bauzá. Es el nuevo presidente de Baleares. Constato. No opino.

Durante algo más de una hora veo el testimonio del devastado Al Bano en Sálvame sobre sus 23 años de felicidad y el resto de infortunio con Romina Power. Vázquez hace de Sherlock Holmes. El entrevistado cuenta que ella se drogaba, algo que destruirá a la humanidad. Desde el principio, confiesa Al Bano. Fumaba marihuana. Y al hacerlo se convertía en otra persona. Declara que la primera pista que tuvo de ello fue que ya en esa época de juventud los dos mejores amigos de Romina murieron por las drogas. Miro el careto del perverso Vázquez. Pero mi ataque de risa llega cuando Al Bano comenta que Linda Christian, su drogadicta suegra, le metió al rey Husein de Jordania algo llamado LSD en una taza de té y que el monarca se puso malo. Me avergüenzo de mi risa. Yo estaba avisado la primera vez. La trompeta de Miles Davis en In a silent way me dio miedo, tuve la sensación de que los colores de Van Gogh en una reproducción se esparcían por la habitación, la piel de la persona que tenía al lado era de nácar y seda. Husein lo paso fatal. Vete a saber lo que ocurrió ese día con sus súbditos. Sin comentarios.

Amo los cuentos de Cortázar. No su novela Rayuela. El hombre que me regaló La vuelta al día en 80 mundos, el gran cronopio, escribió uno memorable titulado El perseguidor. Sé que está hablando de Charlie Parker, de la autodestrucción más lacerante, de la creación artística, de las drogas. Al final cuenta que lo mata la sobredosis... de hierba. Lamentable. No conozco los precios de Escohotado por asesorar. Al Bano debería contratarlo. Cortázar ya no puede.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 13 de noviembre de 2011