Los medios de comunicación se hacen eco de la alegría de los italianos por la salida de Il Cavaliere. Hay tanto italiano feliz en las calles que parece que ningún ciudadano de aquel país lamenta su dimisión.
Pero entonces, ¿quién votó a Berlusconi en tantas elecciones, dándole incluso mayoría absoluta, o votaron a quienes le apoyaban en el Parlamento sin ruborizarse? ¿Quién permitió que hiciera de las suyas durante 17 años (que se dice pronto) sin apenas oposición popular? La ciudadanía no está asumiendo su parte de responsabilidad.
El deber democrático de votar no es solo ir al colegio electoral e introducir un sobre en la urna. Incluye también la obligación de asumir las consecuencias del propio voto.
Italianos, comparto vuestra alegría pero no miréis a los mercados o a Europa. Berlusconi ha gobernado gracias a vuestros votos y vuestro silencio. No dejéis que vuelva a ocurrir.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de noviembre de 2011