Es una delicia oír o leer a este profesor de Filosofía y académico de la lengua porque mantiene intacta su lucidez, así como la conciencia crítica en el seno de su tiempo, que le ha caracterizado durante toda una vida dedicada brillantemente a la docencia y a la investigación.
En estos momentos tan difíciles es fundamental atender a quien sabe de cosas importantes y las explica, como el papel de la cultura, el dominio público, la enseñanza o la igualdad de oportunidades. Estos valores hay que defenderlos a toda costa, por lo que no viene nada mal insistir en ellos. Si no existiera Emilio Lledó, habría que inventarlo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de noviembre de 2011