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La cúpula del PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, celebraba anoche la victoria / BERNARDO PÉREZ
Uno de cada dos madrileños (el 50,35%) que acudieron a votar eligió la papeleta del PP. Madrid cumple a la perfección su papel como bastión del PP. Es un campo fértil para la recolecta de los populares, que han ganado todas las elecciones en la región durante el último cuarto de siglo.
En los últimos 20 años, la ciudad de Madrid ha fijado dos límites al Partido Popular para que mida la magnitud de su victoria: sumar más de un millón de votos y superar el 50% del total. Ayer obtuvo 875.987 votos, el 51,51% del total. Siendo incontestable, no se trata de su victoria más contundente. De hecho, ha cosechado menos votos que en 2004. En el conjunto del país, el PP sí sube, cerca de medio millón de votos.
UPyD ha convertido la Comunidad de Madrid en su centro de operaciones. De los cuatro escaños que la formación magenta ha logrado en las elecciones generales, tres tienen su origen en esta región.
El azul del Partido Popular vuelve, una vez más, a ser el color predominante del mapa electoral de la Comunidad de Madrid. La formación de Génova venció en 177 de los 179 municipios que componen la región, un récord histórico. En realidad venció en todo.
Alba Sierra fue ayer dos veces a votar. La primera, con una camiseta con el lema a la vista de todos y la segunda, con la prenda escondida debajo de una chaqueta para poder depositar la papeleta. En su camiseta verde, en letras blancas, se lee: "Escuela pública de tod@s para tod@s".
Lamberto Lozano, de 96 años, falleció instantes después de votar a Rubalcaba
La tranquilidad reinó en general en la jornada electoral de ayer en Madrid. Aunque sí hubo pequeños incidentes en un día en que estaban llamados a votar más de 4,6 millones de electores en 6.528 mesas repartidas por toda la región.
Medio centenar de radicales antisistema celebraron la victoria del PP con una hoguera en la Puerta del Sol. Utilizaron para ello cartones y algunos (como se ve en la imagen) no dudaron en saltar por encima de las llamas, como si se tratara de la noche de San Juan.
Cristina está hecha polvo pero Paco es unas castañuelas. Ella, de 42 años, madre separada de una adolescente, está a punto de perder la casa en la que ha vivido los últimos 14 años. Es del Instituto de la Vivienda de Madrid, que la va a desahuciar por las deudas que acumula.
Un campo urbano de césped artificial junto a pistas de pádel y fútbol 7
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