Las acciones del grupo turístico británico Thomas Cook, el segundo mayor de Europa, registraron ayer una caída del 75% como consecuencia del anuncio de que está negociando con los bancos una ampliación de su crédito. Aunque la compañía ha atribuido el deterioro de su actividad en parte a las convulsiones políticas en Egipto y Túnez -que alejaron a los viajeros de esas plazas- y a las inundaciones que vienen asolando Tailandia, los analistas apuntan como otro de los factores la debilidad del mercado en Reino Unido, donde la habitual clientela de familias acusa los estragos de una economía débil.
Los gestores de Thomas Cook acometen las conversaciones con las entidades prestamistas para lograr ajustes que mejoren su resistencia si las condiciones del negocio "siguen difíciles". La firma asegura que, a pesar de haber dado ese paso, no ha dejado de cumplir las condiciones de sus créditos. Su situación financiera parece, sin embargo, precaria. El pasado mes de agosto, el grupo anunció la destitución fulminante de su consejero delegado, Manny Fontenla-Novoa, al tiempo que confirmaba unas pérdidas operativas de 220,8 millones de libras esterlinas (3.249 millones de euros).
El presidente en funciones del grupo, Sam Weihagen, ha admitido a la prensa que le preocupa la caída de las acciones, pero insiste en que "Thomas Cook es un negocio fuerte". A raíz del anuncio de ayer sobre la búsqueda de nuevas líneas de crédito (por valor de 100 millones de libras adicionales), Thomas Cook ha decidido retrasar la presentación de sus resultados anuales, que estaba prevista para el próximo jueves, a la espera de la respuesta de los bancos acreedores. A finales de septiembre, la deuda neta del grupo rozaba los 900 millones de libras.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de noviembre de 2011