En 2008 el porvenir de los jóvenes no iba más allá que el de convertirse en mileuristas. Hace apenas un año, cobrar 800 euros al mes podía considerarse un privilegio. Ahora, dirigentes de la CEOE culpan al elevado salario mínimo (SMI) de 641,40 euros al mes, que impide el acceso de los jóvenes al trabajo y para solucionarlo proponen salarios inferiores. Pediría más prudencia y menos cinismo a los poderes económicos y a los políticos que les apoyan: serán los responsables de dejar a una generación entera de jóvenes sin futuro, y de acabar con las clases medias que distinguen a los países más avanzados.
Entonces, cuando lo hayan conseguido, cuando estemos todos en la calle, desencantados, desesperados, empobrecidos y sin futuro, nadie tendrá ya nada que perder. Entonces se darán cuenta de que quienes protestan son algo más que cuatro "perroflautas antisistema".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 25 de noviembre de 2011