Son diversas las noticias que nos llegan sobre la cumbre del cambio climático y que podemos consultar en el especial que EL PAÍS nos ofrece, casi todas desalentadoras. Se habla de incrementos térmicos "irreversibles", impacto en el desarrollo humano, deshielo en los polos, gastos económicos asociados, ... y que por lo tanto pedimos compromisos a los Gobiernos.
Pero ya hemos visto en muchas ocasiones que los Gobiernos se mueven según dictaminan los mercados económicos, y estos hacen oídos sordos a los gritos de la Tierra. España es un ejemplo, si miramos el último informe del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio respecto a la energía veremos que el consumo de energía final a partir de carbón, productos petrolíferos y gas suma el 73,1% (y aquí falta añadir la parte destinada a generar electricidad), por lo tanto las emisiones de CO2 de nuestro Estado están garantizadas, y también la sumisión de nuestra economía a la fluctuación del precio de las materias primas.
¿Cuánto tardaremos a cambiar nuestro modo de vida? La gente no tendría que necesitar coche para trabajar. El ocio de fin de semana debería ser en transporte público. Las fuentes renovables deberían subsidiarse como lo fue la térmica en su día. Se podría redactar un sinfín de medidas, según los mercados no rentables, y para cuando nos demos cuenta de que eran imprescindibles tal vez sea demasiado tarde.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de noviembre de 2011