LAS CONVERSACIONES SECRETAS CON ETA / 2
El atentado en el aparcamiento de la T-4 de Barajas hizo añicos el proceso para el fin del terrorismo. El diálogo entre los representantes de la banda y los enviados del Gobierno quedó interrumpido por la bomba del aeropuerto, aunque unos meses más tarde se reanudó en secreto.
El féretro con el cadáver del ecuatoriano Carlos Alonso Palate, uno de los dos fallecidos en el atentado de ETA contra la T-4 de Barajas, el 30 de diciembre de 2006, fue trasladado en un avión de la Fuerza Aérea Española a Ecuador y velado por sus familiares en la localidad de Picaihua.
Aunque el Gobierno nunca ha llegado a confirmarlo, las conversaciones con ETA continuaron durante cinco meses tras el atentado de Barajas, el 30 de diciembre de 2006. En secreto; porque, oficialmente, José Luis Rodríguez Zapatero había dado por roto el proceso.
Batasuna elaboró un documento fechado el 7 de enero de 2007, apenas ocho días después del atentado de ETA que causó la muerte a dos ciudadanos ecuatorianos en Barajas, que quiso hacer llegar al presidente del Gobierno. En ese escrito sostiene que utilizará "toda su influencia para garantizar la no escalada de acciones armadas por parte de ETA".
LAS CONVERSACIONES SECRETAS CON ETA
| El futuro de los presos
El Gobierno inició el diálogo con ETA confiado en que se trataba de una negociación para lograr la paz -el fin de la banda terrorista y de los atentados- a cambio de solucionar el futuro de los presos -cerca de 700 etarras estaban dispersos por las cárceles españolas cuando arrancó la negociación, en junio de 2006-.
El Gobierno encargó informes a Instituciones Penitenciarias y a juristas expertos sobre posibles soluciones de futuro para los 700 presos etarras dispersos por las cárceles españolas cuando arrancó la negociación. Uno de los textos sugería el indulto individualizado, "administrado con cuidado".
LAS CONVERSACIONES SECRETAS CON ETA
| La Ley ante el final del terrorismo
En los últimos años, un grupo de etarras disidentes ha firmado cartas rechazando la violencia, pidiendo perdón a las víctimas y comprometiéndose a hacer frente a las indemnizaciones, y fueron trasladados a la cárcel de Nanclares de Oca, como Kepa Pikabea, José Luis Urrusolo Sistiaga (a la izquierda y a la derecha), Idoia López Riaño o José Luis Álvarez Santacristina.