Mal va a empezar el nuevo presidente si una de sus prioridades parlamentarias iniciales es recibir a todos los grupos políticos, menos Amaiur. Es, o debe ser, presidente de todos los españoles.
Si así se considera tiene la obligación de recibir a los representantes parlamentarios de esa agrupación, que han sido elegidos por más de 300.000 votantes (se quiera o no). Representan a ciudadanos de España (se quiera o no). Y puestos en este querer o no querer, el nuevo presidente del Gobierno hará muy mal en hacerles caso a los radicales de su partido. Porque de ellos no depende que se quiera o no ser español ni el decidir quiénes lo son. Siguiendo a sus ultras el presidente se descalifica y descalifica su razonamiento (y su legitimidad ante los que rechaza), pues se mete en la trampa de ser él, el presidente, quien los rechaza, quien les niega la condición de españoles, dando así toda la razón a su argumentario independentista, pues se les demuestra con actitudes y hechos que no se les considera españoles. Perfecto para ellos.
Recibiéndoles, sin embargo, haría lo que es su deber, como con todos los demás considerados representantes de los españoles. Les incluiría en esa categoría, a la que sin duda y por ahora (les guste o no) pertenecen y tendría luego motivos, si la reacción de los representantes de esta agrupación es como se teme sea, de reprochárselo. Si ellos mismos, citados, se niegan a la entrevista, serán quienes automáticamente se excluyan y excluyan a sus representados del normal funcionamiento (democrático) de las instituciones. No hay que excluir a nadie que desee excluirse, pues automáticamente lo hará sin que los demás lo fuercen. Si, como se teme, los representantes de Amaiur no cumplen con sus obligaciones parlamentarias en el desarrollo de la próxima legislatura, allá ellos y el servicio que prestan a sus representados, esas más de 300.000 personas que les votaron. Pero que no sea el nuevo presidente del Gobierno quien desde el inicio les cierre el camino parlamentario.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de diciembre de 2011