Abdeslam Brada, de 37 años y acusado de matar a su exmujer y sus dos hijos y enterrarlos después con yeso y cemento en la bañera del piso familiar, se desentendió ayer del crimen afirmando ante el tribunal que le juzga que los autores fueron unos desconocidos.
La tragedia fue descubierta el 17 octubre de 2010 en un piso de la calle Reial de Tarragona. El presunto parricida sostiene que esos días viajó a Algeciras y después a Bélgica para buscar trabajo y que tuvo la sensación de que alguien le estaba siguiendo. "Estaba como loco ese día, pero yo no estoy loco", narró ayer al explicar que fue su hermano quien le dio la noticia de la muerte de sus hijos y su exesposa.
Brada, de origen magrebí, declaró con un intérprete. Sin embargo, ni la fiscal de violencia de género ni el abogado defensor le preguntaron directamente por el fallecimiento de la mujer, Zaida el Fas, apuñalada 13 veces, y de sus hijos de seis y dos años, que tenían en sus cuerpos 30 cuchilladas. El acusado continúa afirmando que es un enviado del más allá: "Tengo el don del sultán, un poder en las manos y en los ojos y si miro a una persona sé si es buena o mala y si le doy la mano y es mala, se le quema", sostuvo en el juicio.
La fiscalía pide 25 años de internamiento de Brada en un psiquiátrico por cada muerte al considerar que sufre esquizofrenia aguda y delirios paranoides.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 13 de diciembre de 2011