Ayer vi con horror cómo se trata a los animales que nos sirven de alimento en granjas y en mataderos. Por negligencia, dejadez o falta de profesionalidad, millones de animales padecen un trato cruel cuando nos donan su mayor tesoro, su vida, para que nos alimentemos. Lejos de recibir por nuestra parte un agradecimiento y un buen trato, se los trata con violencia y crueldad innecesaria, a pesar de que hay leyes que taxativamente prohíben este comportamiento. ¿Dónde están esos inspectores que deben velar por el cumplimiento de las normas en granjas y mataderos? ¿Por qué no se difunden listas de empresas maltratadotas y poco escrupulosas con el cumplimiento de la normativa? El silencio es cómplice y la violencia es solo una, se ejerza contra quien se ejerza.
Creo que no podemos permitirnos durante más tiempo vivir de espaldas a una realidad de miseria y violencia que ocurre a nuestro lado. Todos los consumidores debemos exigir a las empresas y a sus proveedores que traten con humanidad a los animales domésticos, que se esfuercen en no dañar el medio ambiente y que todos los animales que son sacrificados al menos lo sean con todas las garantías, ya que existen medios de sobra para hacerlo. Ignorar esto significa consentir una crueldad que no beneficia a nadie y perjudica a muchos, entre ellos a muchos inocentes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de diciembre de 2011