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Taylor vista por Warhol revienta la caja

Una litografía del artista sobre la actriz supera el medio millón de euros

Ha viajado para crear expectación, haciendo que sus brillantes refulgieran en las vitrinas de todo el mundo... y al final la colección de objetos personales de la fallecida Elizabeth Taylor ha conseguido su objetivo. El interés por la subasta ya puede calificarse sin pudor de planetario. El miércoles por la mañana el mundo se desayunaba con la noticia de que la mítica perla La Peregrina se había vendido por nueve millones de euros. Difícil de superar, hasta que Andy Warhol entró en escena. Una de sus más célebres litografías -un retrato de Taylor con una marcada sombra de ojos verdes y los labios remachados de rojo, el mismo tono del fondo del cuadro- se vendió horas después por 510.000 euros. Precio astronómico comparado con lo que Christie's, organizadora de la subasta en Nueva York, esperaba: entre 25.000 y 40.000 euros.

La pieza de Warhol, la única obra de arte de toda la venta (que comenzó el martes y acabará este fin de semana), ha multiplicado por 13 su valor. De su propietario solo se sabe que es un comprador asiático. Pero la pieza que dio la sorpresa fue un traje de la estrella, el modelo de noche de Christian Dior confeccionado con brocados e incrustaciones de plata y pedrería con bolsito a juego. Taylor lo lució en un baile que los Rothschild celebraron en su castillo francés. El anónimo museo americano que lo compró pagó por él 280.000 euros.

Además del Dior, salieron a subasta piezas de Chanel, Yves Saint Laurent, Halston, Valentino o Versace. Del ecléctico diseñador italiano se vendió una chaqueta con caras de la propia Taylor dibujadas con incrustaciones de pedrería, que lleva el acertado nombre de El Rostro.

En total se recaudaron más de dos millones de euros, que se suman a los 56 conseguidos por las joyas la jornada anterior. Unas joyas que Taylor aseguraba que nunca había considerado "como trofeos". Parece que los ávidos compradores de sus recuerdos tienen una visión algo distinta.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de diciembre de 2011