Merkel y Sarkozy tienen por fin decidido el futuro de Europa. Sin embargo les ha salido un gallito en el grupo, el de siempre, el rebelde, Reino Unido. Un país que tiene claro que no va a seguir las directrices que defienden Francia y Alemania, por considerar que condicionan demasiado su economía y su gestión. El resto de países, por el contrario, no tienen ninguna duda, van a apoyarles en todo cuanto pidan los reyes de Europa. Y es que no hay tiempo para medias tintas. O renunciamos a una unión de países europeos, posiblemente utópica, o apostamos fuerte por la cohesión económica pero también social de todos los países que integran Europa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de diciembre de 2011