Concierto de abono de la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) marcado por el contraste. Lars Vogt hizo una soberbia versión del Concierto nº 1 de Brahms con todo el esplendor del pianismo brahmsiano, desde su poderío en la respuesta al tutti inicial a la más delicada y fluida serenidad de sus solos en el Adagio, dinamismo y expresividad. La fuga orquestal en stacatto del Rondo tuvo una lectura muy clara por la OSG y su director.
La sinfonía Revolucionaria de Misakovski fue el gran contraste. Pese a su sobrenombre, es clásica y formalista y resulta un extraño antecedente del realismo socialista que impuso Stalin para desgracia de músicos rebeldes y tedio del público resignado. La obra alterna pasajes de inspiración con muchos de clara falta de tensión creativa y en muchos momentos de su interminable duración semeja un patchwork de música de cine de aventuras con oscuridades funerarias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de diciembre de 2011