Desde que en 1430 Felipe el Bueno creó la Orden del Toisón de Oro, considerado regalo de los dioses, es uno de los trofeos más ambicionados por mandatarios de todo el mundo. El pequeño cordero que remata el collar ha servido para premiar a relevantes personajes del mundo civil como Adolfo Suárez, Javier Solana, Víctor García de la Concha o Nicolas Sarkozy. Si tiene o no un sentido utilitario siempre ha sido opinable. Goya, Rubens, Velázquez, Ingres o Pantoja de la Cruz son algunos de los maestros que inmortalizaron a los premiados, tal como se muestra en la exposición La Orden del Toisón de Oro y sus soberanos (1430-2011), que hasta el 26 de febrero se puede ver en la Fundación Carlos de Amberes (Claudio Coello, 99). Las obras dan cuenta del rico ritual y la deslumbrante estética en la que se sumergían los personajes distinguidos con la Orden. Vestidos de negro, el oro de la preciada joya servía para ensalzar al retratado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de diciembre de 2011