La compañía creada ahora hace 31 años por Moses Pendleton es una hija natural del legendario grupo Pilobolus Dance Theater, y como dice Will Cuppy, algunos hijos son más naturales que otros. Momix toma el nombre de un solo que creó y bailó el propio Pendleton en 1980 en los Juegos Olímpicos de Lake Placid. A lo largo de tres decenios, en un incesante viajar por todo el mundo, han creado multitud de números algunos más acrobáticos que otros y siempre con un sello latente de originalidad, riesgo y una poesía inmediata que cala y conecta con todos los públicos.
Momix, que estará en los Teatros del Canal hasta el 1 de enero de 2012, y a manera de celebración, trae su REMIX (al estilo navideño de los grandes éxitos reunidos a que nos tienen acostumbrados cantantes solistas y grupos musicales), una especie de antología de fragmentos señeros que han marcado su estilo, éxitos y trayectoria. El compendio es fresco, festivo y hace las delicias del público, si bien se refugia en la espectacularidad grupal y en esa corriente étnico-tecnológica que ha marcado la compañía en los últimos años y que no siempre es artísticamente lo más logrado.
Dividido en dos partes que no atienden a lo cronológico, vemos 12 escenas donde también se manifiesta el ingenio de Phoebe Katzin y Cynthia Quinn para unos trajes sencillos a la vez que muy marcadamente apropiados a cada danza; color, sugerencia tribal y un dejar lucir al cuerpo en su esplendor son las características principales.
Se añoran algunas piezas de antaño que poseían un lirismo particular y que se retoma en la pieza de cierre: If you need somebody, donde la grandeza de la música acompañante, en este caso el Concierto de Brandeburgo Nº 2 de Juan Sebastian Bach, sostiene y eleva el resultado coréutico muy por encima de cuando lo que se oye es una tajona electrónica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de diciembre de 2011