Es el gran defecto del empresario español: querer todoterrenos que consuman como utilitarios; pretender que un trabajador haga la tarea de tres. No se le ocurre otra cosa para incrementar la productividad. No quiere tener más imaginación, y esto de los miniempleos de 400 euros no es otra cosa que invertir la martingala: que sean tres los trabajadores que hagan la tarea de uno. Ha cambiado la sintaxis para transmitir idéntico significado. Pero el estilo, paradójicamente, no varía: la misma cara dura, la misma insensibilidad, la misma obsesión por el beneficio, el mismo desprecio a la dignidad laboral, el mismo atraso.
La nueva vieja propuesta hecha pública por Juan Rosell es un intento de repetir lo de 1996; una tentación a la flaqueza óptica del nuevo Gobierno; una reiteración a los titulados universitarios, a los titulados en formación profesional y a los no titulados de que la única perspectiva es ceder la capacidad y el talento a precio de saldo.
Luego dicen que hay fuga de cerebros, o que al español no le gusta el trabajo.
Por suerte, no hace falta que la patronal sea demasiado sincera para exponer sus propósitos. Viene precedida por una reputación muy definida. Y así, cuando habla de 400 euros mensuales por tres horas diarias de trabajo un eco sobrecogedor acompaña sus palabras; un eco espeluznante que no repite lo dicho sino algo muy distinto, que advierte y pone a la defensiva, que aconseja irse a Francia o Alemania, o aguzar el ingenio para explorar nuevas trochas en la negrura.- Juan Vicente Yago Martí. Sueca, Valencia.
Oyendo hablar de soluciones a la crisis oí hablar de los minitrabajos. Desde la perspectiva que suponen un reparto del trabajo, siempre me han parecido una necesidad y no una opción, a no ser que queramos que la situación se torne de verdad conflictiva en un país con cinco millones de parados. Es más, yo reduciría la jornada laboral máxima a 25-30 horas a la semana. Lo que ya no me cuadra tanto es el tema salarial, ya que si de lo que se trata es de encadenar tres minitrabajos para poder ser mileuristas, al final nos quedamos como estábamos.
Yo propondría un salario mínimo decente, pongamos 12-14 euros la hora, de modo que se pueda vivir dignamente, y una renta máxima de 3.000-4.000 euros al mes, no más, partiendo del principio de que nadie es tan imprescindible como para ganar más de esa cantidad ni nadie tan inútil como para no tener un salario decente.
¿Qué le parece a la CEOE? ¿Que me estoy volviendo un poco radical? Alfredo Sánchez Llamas Madrid
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de diciembre de 2011