¡Cuánto vale la autonomía y la libertad personal y cuánto cuesta suprimir (o eso parece) las barreras que se lo impiden a personas con diversidad funcional! Porque yendo por la calle o usando distintos servicios nos encontramos todo tipo de impedimentos: aceras demasiado estrechas para pasar con silla de ruedas o aceras no rebajadas, rampas imposibles, comercios y edificios con entradas e interiores no adaptados, mostradores demasiado altos, pantallas sin audio, o servicio de megafonía sin pantallas, transportes adaptados averiados... y si lo vivimos o nos fijamos veremos un sinfín de cosas más. Creo que nada cuesta suprimir esas barreras que nos hacen la vida más fácil a todos, comparado con lo que supone un grado más elevado de autonomía y libertad para tanta gente! Podemos empezar haciendo que se nos escuche.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de diciembre de 2011