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Una pianista se enfrenta a siete años de cárcel por tocar en casa

¿Debe una joven pianista ir a la cárcel por molestar a una vecina con su música? Ese es el dilema que deberán dilucidar los jueces en un caso que lleva a preguntarse por los límites del derecho penal. Laia Martín, una joven de 26 años vecina de Puigcerdà (Girona), afronta una petición de siete años y medio de cárcel por contaminación acústica y un delito de lesiones psíquicas, y puede ver truncada su carrera musical.

El fiscal solicita la misma pena para sus padres, que en 2003 instalaron en casa un piano para que su hija, estudiante de música, pudiera ensayar con tranquilidad. "Alentada y ayudada por sus padres", define el fiscal en su relato, Laia "se dedicó a tocar el piano" en el piso un mínimo de cinco días a la semana, de 9.00 a 13.00 horas y de 14.00 a 18.00 horas. La vecina del piso adyacente, Sonia Bosom, escuchó los ensayos todo ese tiempo.

La "inmisión permanente de ruido" en el piso de la vecina era "notablemente superior" al máximo permitido para instrumentos musicales, según el fiscal, que acusa a los padres de no tomar medidas para evitarlo, como insonorizar la vivienda. Se da la circunstancia, además, de que Puigcerdà está considerada por una ley autonómica como "zona de sensibilidad acústica alta", lo que permite un máximo de 30 decibelios en horario diurno. Ese tope se superó, según las mediciones que recoge el escrito de acusación. "No se puede comparar el sonido de un instrumento con el ruido de una discoteca o un aeropuerto", dice el abogado de la pianista

Angustia y pánico

Harta de las prácticas con el piano, Bosom denunció el caso en el Ayuntamiento. Tras diversos requerimientos, en 2008 los padres trasladaron el piano a otro lugar. Pero el daño ya estaba hecho. El sonido acabó "perturbando notablemente la intimidad y tranquilidad" de Bosom, que sufrió alteraciones del sueño, angustia, episodios de pánico, irritación y hasta problemas en el embarazo de uno de sus hijos, según el relato del fiscal, avanzado por La Vanguardia.

La fiscalía concluye que debe imponerse a Laia y a sus padres la pena seis años de cárcel por un delito contra el medio ambiente por contaminación acústica, y otro año y medio por lesiones psíquicas. Para el abogado de la familia, Marc Molins Raich, del despacho Roca Junyent, es un castigo a todas luces excesivo. "Comparar el uso de un piano con el ruido de una discoteca o un aeropuerto es manifiestamente equivocado e injusto", explica Molins Raich a este diario.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de diciembre de 2011