¿Alguien ha cuantificado cuánto supone el pago de los salarios de los profesores de Religión que trabajan en la escuela pública? ¿Por qué no aprovechamos la urgencia de la crisis para ahorrarnos ese dinero absolutamente injustificable en un Estado laico? ¿Por qué no reinvertir esa cantidad en las muchas necesidades de la enseñanza pública?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 28 de diciembre de 2011