Félix Díaz, 52 años, es el líder de una comunidad qom de Formosa, a 1.400 kilómetros de Buenos Aires. Cuando el Gobierno de su provincia, kirchnerista, les quitó 1.300 hectáreas para dárselas a la Universidad local y a una familia del lugar, los qom protestaron y la policía quemó sus casas. Un indígena resultó muerto por bala. Fue entonces cuando sus vecinos eligieron a este hombre callado y firme para encabezar su lucha. Díaz, con 54 de los suyos, viajó a Buenos Aires y se instaló durante seis meses en pleno centro, hasta que el Gobierno se comprometió a solucionar su problema. Regresó, dispuesto a dialogar. Pero pocas semanas después, sus hijos y su nieto fueron atacados a tiros por matones. No hubo heridos, pero Díaz es ahora consciente de que su vida, como las de muchas comunidades indígenas, depende sobre todo de que su historia se conozca y pregone.
Soledad Gallego-Díaz es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 31 de diciembre de 2011