Para 2012, sigo teniendo serias dudas sobre lo que debemos prometer. ¿Qué prometemos?, ¿intentar ahorrar o incentivar el consumo?, ¿seguir confiando en el actual modelo de sanidad o hacernos un seguro privado?, ¿hacernos un plan de pensiones o ahorrar para cuando nuestros hijos vayan a la Universidad para que estén pre-parados?, ¿desconfiar de la educación pública o mantenerlos en ella?, ¿aprender a sobrevivir o aprender alemán?, ¿confiar en ver en breve la luz al final del túnel o hacer las maletas?
Y ahora viene el drama: cada vez son más los españoles que no pueden dudar, no dudan porque no tienen más de una opción, y algunos, ni eso.
Solo la clase política puede hacer que la única opción que tienen la mayoría de los españoles, sea la mejor.
La mejor para nosotros, claro.
Esperemos que ellos acierten en sus propósitos... ese es mi deseo para 2012.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de enero de 2012