Estamos en los primeros días de enero de 2012 y ya sé que uno de mis deseos para este año no se va a cumplir. El día 2, la noticia de la primera víctima de violencia machista del año en España; y el 3, me despierto con la imagen de Sahar Gul, de 15 años, torturada por la familia de su marido (al que había sido vendida por su propio hermano) tras haberse negado a prostituirse, y con la escalofriante cifra de que el 87% de las mujeres afganas afirma haber sufrido violencias físicas, sexuales o psicológicas o haber sido víctimas de matrimonios forzados.
Todo esto tras acabar el año con noticias como: "Un tribunal de El Cairo prohíbe a la junta militar practicar tests de virginidad a las mujeres", ver documentales de violaciones masivas en el Congo o abrir el periódico y leer que Irán evalúa cambiar un caso de lapidación por la horca a una mujer acusada de adulterio gracias a la movilización de la comunidad internacional. Y yo me pregunto, ¿pretenden que me alegre porque "solo" la ahorquen? ¿A qué llaman adulterio?
Lo dicho, uno de mis deseos no se va a cumplir, un mundo justo, en el que exista una verdadera igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 5 de enero de 2012