En el Zaragoza no quieren oír hablar del descenso a Segunda porque sería una debacle deportiva y económica. Aunque en el segundo aspecto quizá no tanto. Resulta que hay un apartado en la propuesta del convenio anticipado -todavía por ratificarse en el juzgado- según el cual, de consumarse la bajada de categoría, los pagos a los acreedores quedarían congelados por tres años seguidos o cinco alternos.
Una buena forma de aliviar la raquítica economía del club, que, de seguir así, deberá declararse insolvente dentro de unos meses (alrededor de junio) al no poder hacer frente a las deudas, al no atender al convenio por falta de liquidez. Y, con impagos de por medio, como exige la ley, no le quedará otro remedio que la liquidación de la empresa.
Congelar los pagos es una solución. "Lo importante, que quede claro, es no bajar. Eso generará dinero. Y para eso trabajamos cada día y es nuestro único objetivo", expresan a este diario y con insistencia desde la dirección del club. Una dirección, en cualquier caso, también hecha trizas.
Hace 10 días, cuatro empresarios entraron en la directiva del Zaragoza con el consejero delegado, Salvador Arenere, a la cabeza. Escogidos para redirigir al club, se han marchado sin opción a réplica. "La condición imprescindible de nuestra incorporación era la cesión total de la gestión por parte del presidente Iglesias y no se ha producido", argumentaron. "Pues estaban sentados en la mesa cuando se decidió fichar al técnico Jiménez o el despido de Ponzio", responden desde el club. Y aclaran que, por si acaso, "está a la venta todo el paquete accionarial siempre que se den las condiciones que permitan la supervivencia del Zaragoza".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 10 de enero de 2012