El pasado miércoles, seguí con interés y curiosidad la primera sesión del nuevo Parlamento, constatando que todo sigue igual o peor.
Los diputados siguen aplaudiendo a los representantes de sus partidos correspondientes como borregos por leer cuatro cuartillas, que seguramente ni ellos mismos han escrito, para, a continuación, abandonar el hemiciclo y, así, resolver en la trastienda sus asuntos particulares, para volver cuando hay que votar y como el voto ya está decidido de antemano no es necesario escuchar lo que argumenta el adversario para tomar su decisión. Visto lo visto, y ya que somos nosotros los que les votamos y pagamos sus sueldos, propongo que se prohíban los aplausos, para que se concentren en su trabajo y también se prohíba la salida del hemiciclo, de no ser por algo urgente. Y si prefieren seguir con el sistema actual, que se les pague como sueldo los pocos minutos de trabajo efectivo.
Se podrá tomar a guasa la idea, pero siempre será menos burla que la que tenemos que soportar todos los españoles de estos señores.- Eugenio Gómez. Tuggen, Suiza.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de enero de 2012