Tenemos que hacer nuevos amigos continuamente. Nuestros amigos de Facultad viven fuera como nosotros, algunos en Italia, otros en Alemania, China, Holanda o Singapur. Además del inglés, que más o menos todos sabíamos, ahora sabemos muchos más idiomas. Los aprendemos y pasan a ser nuestro modo de comunicación durante un año o, algunos, durante toda nuestra vida. Hemos estudiado como mínimo cinco años de carrera y algunos tenemos posgrados, másters y doctorados. Podemos manejarnos con bastantes programas de diseño gráfico, podemos hacer una web, editar un vídeo o retocar una imagen. Podemos construir maquetas y dibujar. Podemos diseñar y construir un edificio. Se podría decir que podemos pensar.
Antes podíamos decir con orgullo cuál era nuestra profesión (aunque no faltaban los que pensaban que éramos unos indeseables), ahora es mejor ocultarlo, ya que si no no te dan una tarjeta de crédito, ni te abren una cuenta, ni puedes abonarte a un contrato de móvil. Somos un "colectivo de riesgo" (económicamente hablando, dicen). Algunos han engrosado las consultas de los psiquiatras, otros han perdido su autoestima, otros trabajan gratis y otros sueñan con cambiar de profesión. ¿Qué o quiénes somos? Solución: jóvenes arquitectos.- Marina Díez-Cascón. Roma, Italia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de enero de 2012