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Crónica:

"Maté a mi suegro porque me humillaba y menospreciaba"

El fiscal pide 19 años para el acusado del 'crimen del olivar'

"Ese día no sé qué me pasó por la cabeza, pero reconozco que lo maté porque siempre me humillaba y menospreciaba", declaró ayer Josep Blanch, acusado de matar a su suegro, Esteve Moret, de 83 años, el 5 de diciembre de 2010 en una finca de olivos de Massalcoreig (Segrià).

Ayer, primer día del juicio,que se celebra con jurado popular en la Audiencia Provincial de Lleida, Blanch, de 54 años, reconoció haber acabado con la vida de su suegro, aunque incurrió en una contradicción al explicar la situación de la víctima en el momento del ataque. En la reconstrucción de los hechos dijo que el anciano estaba sentado en una silla, mientras que ayer indicó que estaba de pie.

El fiscal solicita para Blanch 19 años de prisión por un delito de asesinato alevoso con la circunstancia agravante de parentesco. La defensa pide la libre absolución por considerar que actuó obcecado, lo que le impidió controlar su conducta.

El fiscal sostiene que Blanch vivía desde hacía 13 años con su mujer en la casa de la víctima, en la vecina localidad oscense de Torrente de Cinca, y mantenían las discusiones propias de la convivencia familiar. En ocasiones, el acusado se sentía menospreciado por su suegro. "Para él, yo nunca hacía bien las cosas y eso no me gustaba", afirmó.

El día de los hechos, los tres fueron a una finca del acusado y estuvieron cogiendo olivas hasta la una de la tarde, cuando decidieron parar para comer en la masía que hay en ella. A la hora de encender el fuego, Blanch y su suegro mantuvieron una discusión "muy fuerte" por el tipo de leña más adecuada. "Siempre hacía lo que quería, nunca me hacía caso y se burlaba de mí", añadió el acusado.

Durante la comida no pasó nada. Fue después, hacia las cuatro de la tarde, cuando el suegro se quedó solo en la masía, sentado en una silla, separando aceitunas de unas ramas de olivo. Según el fiscal, el acusado, guiado por el ánimo de acabar con su vida, cogió una barra de hierro de un metro de largo y de forma totalmente sorpresiva le propinó 10 golpes en la cabeza y varios en las extremidades superiores y tronco, lo que le causó lesiones craneofaciales y torácicas que le ocasionaron la muerte en el acto.

A continuación, el acusado arrastró el cadáver de su suegro hasta una arqueta de riego situada en la parte posterior de la finca, con la intención de esconderlo. La mujer e hija del fallecido estaba en otro lugar de la finca y no presenció el crimen, por lo que fue exculpada. Los forenses dijeron que el acusado no padecía en ese momento ninguna enfermedad mental que limitase su capacidad.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 17 de enero de 2012