Son ya varias las voces que advierten de que los duros ajustes fiscales no solucionarán el problema del crecimiento económico y menos aún el desempleo. La obstinada idea de que con la reducción de déficit la economía marchará mejor parece no ser compatible con la circunstancia de tener cerca de 5.000.000 de desempleados y una economía que roza la recesión. No hay plan B, nos dicen. Si los mercados siguen exigiendo los actuales tipos de interés a los Estados los costes de financiación se disparan. Pese a los duros recortes, la prima de riesgo sigue con sobresaltos. Puede que llegado el momento se replantee no solo el modelo de financiación de las comunidades autónomas, sino también de los Estados, y me pregunto si descubriremos entonces que es factible y necesario revisar los Estatutos del BCE, y que resulta más barato financiar a los Estados con dificultades a través del BCE.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 17 de enero de 2012