Varias esculturas de grandes dimensiones dan la bienvenida desde hace días en la explanada del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM). A la intemperie, el acero corten de angulosas formas de las obras de Arturo Berned ha potenciado su rugosa oxidación por las lluvias de los últimos días, efecto al parecer deseado por el propio autor. Y ayer, varios invidentes podían acariciar sus relieves para paladear el arte que tantas veces les ha sido vetado.
Acompañados por los perros lazarillos y también guiados por la directora del IVAM, Consuelo Ciscar, o el comisario de la muestra Escultura de proceso, José María Lozano, los visitantes palpaban sus angulosas formas, acariciaban sus aristas, comprobaban sus dimensiones y admiraban el contundente tacto. "Tocar es incluso más que ver", aseguró Lozano, que invitaba así "a apropiarse, a penetrar en la obra de Berned". Y lo que para el visitante medio supone quizá una exageración, para alguien que no puede contemplar las formas y sus sombras, descubrir los colores o distinguir las texturas, el tacto es la mejor vía para descubrir la rotundidad de volúmenes nunca imaginados.
"Tocar es incluso más que ver", asegura el comisario
El fotógrafo Héctor Gómez Rioja colabora con imágenes
Arturo Berned (Madrid, 1966) es arquitecto, pero ya antes de levantar estructuras arrancó su compromiso con la escultura, que ha compaginado con mayor o menor dedicación. Y aunque según Lozano, en su obra hay referencias a grandes forjadores de volúmenes, como Eduardo Chillida, Tony Smith o Richard Serra, Berned, que inició su carrera arquitectónica en México a principios de los noventa, aseguró que se siente más influenciado por artistas brasileños, mexicanos o venezolanos. Y a la hora de dar nombres de artistas, menciona al español Pablo Palazuelo, al brasileño De Castro o al mexicano Luis Barragán.
Ciscar alabó del trabajo del artista "el minimalismo, la ligereza y la necesidad de comunicar". Y Lozano recalcó que lo que más sorprende al visitante cuando se aproxima a los volúmenes de Berned es descubrir "cómo un trabajo aparentemente frío y calculado" es "todo emoción".
En Escultura de proceso se exhiben más de 50 obras, gran parte de ellas en acero corten, que tiene un tratamiento químico que impide su deterioro a pesar de su capa exterior de óxido, pero también las hay en acero inoxidable. Y en sus esculturas hay motivos unificadores, como las cabezas, las cajas, las columnas, los soldados, las cintas o las damas... La exposición, que cuenta con el patrocinio de la Fundación Iberdrola y de Ungria, se muestra acompañada de una selección de imágenes, fruto de la colaboración del escultor con el fotógrafo Héctor Gómez Rioja. Una puesta en escena idónea, pero para muchos visitantes la mejor (o la única) sensación es el tacto del acero corten.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de enero de 2012