Al parecer, sindicatos y patronal han acordado trasladar, cuando caigan entre semana, las fiestas del 15 de agosto, 1 de noviembre y 6 de diciembre. En principio, se decidió que el afectado fuese el 8 de diciembre, pero la CEOE hizo notar que eran tres fiestas católicas y los sindicatos aceptaron el 6 de diciembre. Una vez más, el interés general, la gran fiesta constitucional, es postergado ante lo privado, el festivo religioso. Es una muestra más de la escasa relevancia que en este país concedemos a la sociedad civil, la única que tenemos con certeza, ante la sociedad religiosa, que no es más que una certidumbre ilusoria por más que millones de españoles se empecinen en creerla más real y cierta que la luz del sol.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de enero de 2012