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Crítica:PISTAS GASTRONÓMICAS

Fray Escobas es chic

Cuando Isabel Ottino preguntó por el local del que se había enamorado para poner su tienda de dulces conventuales no dio crédito a la casualidad. "¡Las dueñas eran las monjas de al lado!", dice. Su local es la trasera del monasterio del Corpus Christi, del siglo XVII. Las jerónimas que lo habitan, apenas una decena, aceptaron encantadas el negocio de su nueva inquilina. "Muchos clientes se creen que yo también soy monja", dice Ottino con una carcajada. En realidad, es estilista de moda. Se nota en el buen gusto del local, decorado como una "confitería francesita de toda la vida". Très chic. El mostrador era el de una antigua pharmacie, las lámparas son enormes globos de cristal de murano

El Jardín del Convento

Cordón, 1. Madrid.

Teléfono: 915 41 22 99.

"que parecen caramelos". Es una tienda preciosa, pero lo mejor es cómo huele. Envueltos en papel de estraza, atados con cordeles, metidos en cajitas, decenas de dulces de conventos de toda España se reparten por las estanterías. Hay pastas de Fray Escobas (6,50 euros), horneadas por las jerónimas de Toral de los Guzmanes (León); miel crema con jalea real (8 euros) de las benedictas de San Benito de Zaragoza, o mermelada de zanahoria, naranja y canela en rama (5,20) de los monjes cistercienses de Santa María de Huerta (Soria).

"Lo pruebo todo", dice Ottino, que recorre el país haciendo "torno testers". De torno en torno de convento (las monjas nunca le dejan entrar a la cocina) se ha propuesto encontrar las magdalenas más ricas de España. "Las hay que pesan medio kilo", se relame.

"Todos los sabores que hay aquí son naturales y recuerdan a la infancia", dice Ottino, entre cuyos clientes hay muchos con intolerancias -al gluten o a la lactosa- que agradecen recetas sencillas "de solo cuatro o cinco ingredientes". Sus dulces artesanos, envueltos a mano por las monjas, sirven además como regalos bonitos y baratos. Y eso a pesar de que las monjas no le hacen precio por comprar a granel. "Nos cuesta lo mismo hacer uno que hacer cien", le dicen cuando pide un descuento. Las razones del mercado no rigen en el convento.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de enero de 2012