Al igual que su antecesor, el también magnífico Dead man's suit, el segundo álbum de Jon Allen vuelve a ser una permanente invitación a desentrañar sus influencias. Sirva como pista inicial que ninguna de ellas suma menos de treinta años: Stealing away traza la bisectriz entre America (Paul Simon) y la armónica de Billy Joel en Piano man, Lucky I guess explora la visión dylaniana del blues, Love's made a fool of me es una de esas baladas conmovedoras que a Paul McCartney ya solo le salen de tarde en tarde, el tema central conserva todo el encanto del soul blanco y el espíritu del primer Rod Stewart, con aquella voz áspera pero cautivadora, sobrevuela toda la colección. El trovador de Winchester no descubre absolutamente nada, en consecuencia, pero es delicioso como autor y tiene alma delante de un micrófono. Por eso no extraña que el propio Macca -que le tuvo de alumno en el Liverpool Institute for Performing Acts- le bendiga con sus parabienes. Porque Allen es un aprendiz de compositor canónico, de los de la vieja y sabia escuela.
Jon Allen
Sweet defeat
Monologue / Popstock
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de enero de 2012