El Gobierno cubano ha trasladado al embajador español en La Habana, Manuel Cacho, su malestar por las declaraciones que la vicepresidenta primera, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, realizaron la semana pasada a raíz de la muerte del disidente Wilman Villar tras 50 días en huelga de hambre, según fuentes diplomáticas.
La vicepresidenta mostró su consternación y pidió a las autoridades cubanas la "puesta en libertad de todos los presos políticos". De su lado, el Ministerio de Exteriores difundió un comunicado en el que mostraba su "preocupación por la situación" de los disidentes y emplazaba al régimen "a permitir la libre expresión de todas las ideas políticas sin excepción".
El diario oficial Granma, a través de un editorial, acusó ayer de "gran cinismo" y "doble rasero" a España y otros países por sus críticas tras la muerte de Wilman Villar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de enero de 2012