Nueva York, Londres, París, Bruselas... en estas ciudades y otras más hay embajadas de nuestro Gobierno catalán. Embajadas sin competencias y con mucho, mucho coste.
Un dato escalofriante: el alquiler de la sede catalana en Bruselas asciende a 70.000 euros mensuales. Y este solo es un gasto al que se suman otros muchos, como, por ejemplo, los sueldos de todos los que están colocados "a dedo" al frente de dichos organismos. Amigos y parientes que viven a costa de la asfixia económica del catalán medio.
¿Dónde está la restricción presupuestaria? ¿No es aberrante cerrar quirófanos y mantener, sin embargo, embajadas inútiles?.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de enero de 2012