Nació en Nueva Orleans, le nacionalizaron macedonio y juega al baloncesto como los genios. Se llama Bo McCalebb y el Palacio de los Deportes fue el escenario de su último recital. El Madrid no encontró antídoto para parar su destreza y sufrió un zarandeo sin remisión ante el Montepaschi. Los de Laso cayeron ante la versión ilustrada de su ideario. Un muro en defensa, un relámpago en ataque y un director de orquesta sublime que manejó el duelo a su antojo de principio a fin.
Tras las dos primeras embestidas de McCalebb, Laso reclutó a Sergio Rodríguez para echar el guante al hombre de la noche. Apenas había enseñado los dientes, pero ya era demasiado tarde. El base del Montepaschi se había puesto el traje de luces y aprovechando la ausencia de grilletes en el bando contrario mostró lo mejor de su repertorio en un inicio sublime. Un alarde físico y técnico que pilló a contrapié al Madrid y revolucionó el partido. Diez puntos sin fallo, tres asistencias y tres faltas recibidas para un 16 de valoración en el primer cuarto en una exhibición que propulsó a los de Pianigiani.
REAL MADRID 69 - MONTEPASCHI 88
Real Madrid: Llull (8), Carroll (12), Singler (2), Mirotic (7) y Tomic (4) -cinco inicial-; Rodríguez (3), Reyes (17), Begic (4), Pocius (9) y Suárez (3).
Montepaschi: McCalebb (25), Thornton (8), Moss (10), Michelori (2), y Andersen (11) -cino inicial-; Zisis (3), Rakocevic (9), Ress (2), Stonerook (2) y Lavrinovic (16).
Árbitros: Jungebrand (Fin.), Ankarali (Tur.) y Gkontas (Gre.). Eliminado Stonerook.
Palacio de Deportes: 8.431 espectadores. Resultados: CSKA, 96; Efes, 68. Bilbao, 85; Unicaja, 70. Fenerbahçe, 65; Milan, 63. Panathinaikos, 83; Unics, 89. Cantu, 79; Zalgiris, 78.
Los de Siena campaban a sus anchas al ritmo que marcaba el impetuoso McCalebb y el Madrid, presa de la ansiedad, comenzó a confundir la velocidad con la prisa. Cada ataque de los blancos era un atropello, cada lanzamiento un despropósito. Solo un acierto en el tiro de dos en 11 intentos (cinco de 20 al descanso) y cuatro pérdidas de balón retrataron el desatino de los de Laso en el primer acto. Enfrente encontraron un equipo tenso, curtido y rocoso con el que se estrelló una y otra vez la premura madridista.
Con el marcador en un sonrojante 20-40 a 5m30s, el técnico leyó la cartilla a los suyos en busca de la reacción. "Vamos a subir líneas, a cambiar la cara, a jugar juntos... y si fallamos todas pues ya está, pero así no", clamó. Los blancos apretaron los dientes en defensa y se aplicaron en ataque. Pero el rival seguía desatado. Moss era un martillo pilón y Rakocevic afinaba su muñeca y daba un respiro a McCalebb.
Dos buenas defensas y algún triple esporádico de los blancos ilusionaron a la numerosa parroquia del Palacio con una reacción. Puro espejismo. Apenas el abnegado trabajo de Felipe -titánico con 17 puntos y 15 rebotes- y el abrumador dominio en el rebote ofensivo sostenían al Madrid. Poco argumento ante la batería que ofrecía el conjunto italiano.
Negados ante el aro rival, los blancos apretaron los dientes, buscaron el cuerpo a cuerpo y decidieron vender cara su derrota. Así llevaron el marcador hasta la frontera de los 10 puntos a falta de cuatro minutos. Pero, ofuscados ante el aro y extenuados en la persecución, desperdiciaron tres ataques consecutivos y fueron incapaces de cruzar la frontera. McCalebb reclamó entonces la pelota para cerrar su recital y completar su hoja de servicios: 25 puntos, seis asistencias, tres rebotes y ocho faltas recibidas para un 37 de valoración.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de enero de 2012