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CARTAS AL DIRECTOR

ADIF, el nuevo Atila

Santa Eulalia de Morcín, Asturias

Atila, El azote de Dios, caudillo de los hunos, gobernó en el siglo V desde el mar Negro hasta Europa central. Sembró el terror por todo el Imperio Romano y su nombre fue sinónimo de crueldad y barbarie. Como muestra de ello, se decía que por donde pasaba su caballo Othar, en realidad un tarpán, (una subespecie de caballo ya extinguida) no volvía a crecer la hierba.

En el siglo XXI, en nuestra decadente España, el nuevo Atila es ADIF. Destina 23 millones de euros al año a la guerra química para, en vez de segar, envenenar con herbicidas 10.000 kilómetros de vías férreas y sus márgenes, en donde no vuelve a crecer la hierba. Solo en dos líneas de alta velocidad de Madrid, Castilla-La Mancha, Valencia, Murcia y Cataluña, los siniestros trenes herbicidas de ADIF echarán entre 2012 y 2015, como si fuera agua bendita, toneladas y toneladas de herbicidas por importe de 6,6 millones de euros.

Herbicidas que matan a las plantas, contaminan los suelos y las aguas y además tienen efectos negativos sobre el hombre, los pájaros, las abejas y los demás seres vivos.

El más utilizado, el glifosato, está clasificado como tóxico para exposición ocular, oral, sobre la piel y respiratoria. Y según algunos estudios, también puede tener efectos endocrinos y causar la muerte de embriones, placentas y células umbilicales.

¡Dios nos libre del caballo de Atila pero, sobre todo, de los trenes herbicidas de ADIF.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de enero de 2012