Uribe, el undécimo miembro de la Ertzaintza que fallece en atentado desde la formación de ese cuerpo en 1982, fue tiroteado sobre las 20.00 horas por los terroristas cuando estaba aparcando su coche en una calle próxima a la sociedad gastronómica donde cenaba con su cuadrilla cada sábado por la noche.
MÁS INFORMACIÓN
- País Vasco y Navarra se manifiestan contra el terror
- Un concejal señalado por el entorno de ETA
- Miguel Sanz, presidente de Navarra: "Perdono a los asesinos pero no olvido"
- 34 muertos tras el fin de la tregua
- UPN abandona el Consistorio de Pamplona durante el pleno de condena a los atentados
- Gráfico animado:: Así funciona una bomba lapa
- Gráfico animado:: Atentados de ETA tras la tregua
Ninguno de los amigos que se encontraban en la sociedad Zazpi Bide pudo presenciar los hechos, ya que el mando de la Ertzaintza estaba aparcando el coche, un Land Rover Discovery, en un lateral del local. "Oí como dos ráfagas y salí a la ventana", comentó un allegado, quien bajó junto con otros amigos a intentar atender a Uribe. "Nos quedamos agachados junto a él, gritando 'han tirado a Miguel Mari, han tirado a Miguel Mari", agregó.
Los servicios sanitarios trasladaron a Uribe, que había recibido ocho tiros (la policía informó de madrugada que había encontrado 13 casquillos en el interior del vehículo), al hospital Donosti de San Sebastián, donde murió a las 21,50 horas. El fallecido recibió "muchos disparos" en el hemitórax y en el cuello, informó el gerente del centro sanitario, Juan José Múgica, quien precisó que los médicos "no pudieron salvarle la vida" pese a los intentos que hicieron de reanimarle.
El atentado, el trigesimocuarto con víctimas mortales desde que se declaró el final de la tregua y el undécimo de esas características en lo que va de año, se produjo cuando Uribe estaba dentro de su coche y la Ertzaintza investiga si fueron una o varias personas las que le dispararon. Parte de la familia de la víctima, nacido en Lauburu, donde también contrajo matrimonio, vive aún en el caserío Izurrai enclavado en esta pequeña localidad de 344 habitantes y gobernada por EH. Uribe, padre de un hijo, pertenecía a la segunda promoción de la Policía Autónoma, había sido el jefe de Tráfico de Guipúzcoa y vivía en Legorreta.
Pasadas las 21.00 horas, se registró la explosión del vehículo en el que huyeron los terroristas, un Renault 19 con matrícula de San Sebastián, en la calle Arremele de Tolosa, un callejón en el que sólo hay varias industrias, y que no causó daños materiales. La explosión, provocada por los terroristas para borrar sus huellas, dejó el coche, robado en enero en Rentería, prácticamente calcinado.
Una bomba lapa
El asesinato de Mikel Uribe cerró un día trágico que se iniciaba con la muerte del concejal de UPN en el Ayuntamiento de Leitza (Navarra) José Javier Múgica Astibia. El edil, de 49 años, casado y con tres hijos, resultó muerto al estallar una bomba lapa, con unos tres kilos de explosivo, colocada por ETA en los bajos de su furgoneta de una forma difícil de detectar.
Múgica Astibia, segundo político de UPN asesinado por ETA, que en mayo de 1998 mató al pamplonés Tomás Caballero, contaba con medidas de contravigilancia "bastante importantes", reforzadas tras la agresión sufrida en agosto del pasado año cuando su furgoneta fue incendiada.
El atentado tuvo lugar pasadas las 10.00 horas cuando Múgica Astibia acababa de abandonar su domicilio, en el número 30 de la calle Amazabal, y entró en su vehículo. Nada más arrancar el coche, hizo explosión la bomba lapa que, compuesta por unos tres kilogramos de Titadine proveniente del robado por ETA en la Bretaña francesa, había sido colocada en el exterior de la furgoneta, entre el bastidor y la caja de cambios.
La fuerte explosión, que calcinó por completo la furgoneta y causó cuantiosos daños en los vehículos aparcados en las inmediaciones, mató en el acto al concejal, cuyo cuerpo fue lanzado hasta el exterior del coche y quedó tendido sobre el asfalto hasta las 12.45 horas, cuando fue trasladado al Instituto Anatómico Forense de Pamplona para la práctica de la autopsia.
José Javier Múgica, que trabajaba en un negocio familiar de fotografía, era miembro del consejo político de UPN y uno de los dos concejales que este partido tiene en el Ayuntamiento de Leitza, gobernado por EH con seis ediles y completado por otros tres de EA, ya había sido atacado por los radicales hace un año, cuando quemaro su furgoneta. Entonces declaró que no había recibido con anterioridad amenazas directas. "Pero sí bastantes pintadas llamándome fascista, asesino, y todas estas cosas que nos dicen a los que somos un poco éticos, a los que estamos por la libertad y por los derechos de la vida", señaló.