"¿Pero qué pasa? ¿es un desalojo?". Así se ha exclamado esta mañana un despistado cuando se le acercaba un dispositivo policial que en fila, y de azul casi negro, ocupaba todo el ancho de la playa de Bogatell de Barcelona. No era un desalojo sino el operativo que el Ayuntamiento de la ciudad realiza cada noche de Sant Joan desde que los barceloneses celebran la verbena en sus playas. Una verbena, la de este año, muy tranquila con más de 70.000 seguidores, 5.000 menos que el año pasado.
A las seis de la mañana, agentes de la Guardia Urbana y de los Mossos d'Esquadra han desalojado las playas de la ciudad para que el dispositivo de limpieza, una hilera de empleados con uniforme verde y amarillo fluorescente, pudiera retirar las 20 toneladas de latas, bolsas, botellas y otros residuos que inundaban la arena. "Tuvimos que inventar un dispositivo para satisfacer a los que querían celebrar la verbena y a los que quieren bañarse", ha delcarado Assumpta Escarp, tercera teniente alcalde en funciones, con aire melancólico puesto que será su última verbena como responsable en el Ayuntamiento.
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Turistas, amigos, enamorados, alguno durmiendo, eran invitados educadamente por los agentes a abandonar la playa. "Es un dispositivo que está muy rodado", ha comentado Escarp. También la teniente de alcalde de Medio Ambiente en funciones, Imma Mayol, ha querido despedirse de este operativo y ha recordado que "viene efectuándose desde hace 8 años".
La verbena se ha desarrollado sin incidentes remarcables. Los agentes han decomisado 6.000 latas. La Cruz Roja ha tenido que intervenir 69 veces; un total de cinco personas han sido trasladadas a centros de salud con algún corte o por su estado de embriaguez, ninguno de ellos reviste gravedad.